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Blog dedicado a la materia "Teoría del color" ofertada por la Maestría en Estudios y Procesos Creativos en Arte y Diseño (MEPCAD) de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chih., Méx.
 
domingo, 20 de noviembre de 2011

Sonido y Color

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Este pequeño ejercicio tenía como objetivo: visualizar qué relaciones universales existen entre el sonidos de las cosas y el color que les asignamos y cuáles relaciones son más homogéneas. 
Para ello, seleccionamos 25 tipos de sonidos diferentes y les dimos a 6 personas, 13 colores (blanco, negro, gris, rojo, rojo oscuro, verde, azul cielo, azul oscuro, marrón, naranja, amarillo, rosa y morado). 
La instrucción del ejercicio fue muy simple: relacionar el sonido con uno de los 13 colores.

En la siguiente tabla podemos visualizar cómo la interrelación sonido-color varía considerablemente en algunos sonidos en concreto. No obstante, las coincidencias son muy homogéneas respecto al sonido de agua (azul cielo) y otros sonidos relacionados con la naturaleza (verde y marrón). 
Asimismo, se hace muy patente la relación que se establece entre el color rosa y lo infantil, el naranja y la risa,  el miedo y el grito con el rojo oscuro, etc.
Es importante anotar, que las primeras 4 columnas de la siguiente tabla corresponden a 4 mujeres, mientras que las dos últimas, fueron realizadas por hombres.

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martes, 15 de noviembre de 2011

Fenómeno del contraste simultáneo cromático por Sergio Raúl Recio Saucedo

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Este es un ejercicio a modo de cartel sobre el fenómeno del contraste simultáneo cromático diseñado por Sergio Raúl Recio Saucedo.
Céntrase en la "X" del pico del animal y posteriormente, mira la "X" de la imagen de la derecha. Como podrá observar la zonas blancas se percibirán del color complementario correspondiente a los círculos de la imagen de la izquierda.


Diseño de Sergio Raúl Recio Saucedo

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El post de la conciencia ecológica por Ivette Alvarado

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"Se presenta una imagen a contraste de un árbol sin follaje en un fondo negro. El árbol (tronco y ramas) se presentan en blanco, con un recorrido de tono rojo el cual recubre el centro de la imagen desde el tronco hasta varias de las ramas del árbol, lo cual permite visualizar a un segundo árbol más delgado en el centro de la escena.

Tras visualizar por varios segundos al centro de la imagen y centra la vista sobre la segunda escena dispuesta al lateral derecho del lienzo de 70 x 50 cm, de la composición pareciera desaparecer la escena translúcida que se presenta en dicha segunda escena.

La justificación de la obra es en sí un discurso que permita al espectador ver a través del fenómeno de la post imagen sensorial, cómo la naturaleza a la cual estamos acostumbrados a ver y destruir como un proceso natural, pudiera desaparecer ante nuestros ojos en cuestiones de segundos en un segundo plano de nuestras vidas." (Ivette Noemí Alvarado)


Diseño por Ivette Noemí Alvarado

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Círculo cromático de Goethe, (1809-1810)

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"A principios de 1790, unos 63 años después de la muerte de Isaac Newton, Johann Wolfgang von Goethe, tras realizar el experimento de la refracción de la luz y salir fallido, llegó a la conclusión de que la óptica fallaba en cuanto a la experiencia del color en la vida cotidiana.
Además, Goethe consideraba incompleto el arco iris, porque en él no se hallaba el púrpura, el color predilecto para este pensador por razones que ahora relataremos.

Para entender cada una de las posiciones de los colores en el círculo cromático de Goethe debemos remitirnos a la idea de que el color requiere de luz y no luz, y en tal caso, Goethe decidió agrupar los colores en 3 pares:

1º PAR: De la luz surge el amarillo porque es el primer color que surge tras la aparición de la luz y en las tinieblas el azul, porque es el último color que distinguimos con la aparición del negro absoluto. De ahí, que el amarillo y el azul, forman los dos polos de todo el sistema de pares de colores del círculo de Goethe.
2º PAR: Cuando la luz y las tinieblas se juntan en uno, surge su mezcla en total equilibrio: el verde. Y parejamente el rojo, que según él es el púrpura o “flor de melocotón” (el cual actualmente identificamos como magenta), el más sublime de todos porque se eleva más allá de lo positivo y lo negativo dentro de las variables sensaciones que nos causan los colores, es decir, de su efecto psicológico en el hombre y que tampoco podemos obtener por la mezcla de los dos anteriores con el amarillo o el azul.
Como 3º PAR: Está el quinto color que es el rojo amarillento o naranja y el sexto con el violeta.

Dado, que el color predilecto para Goethe es el púrpura, éste se sitúa en la parte superior del círculo cromático y el verde como mezcla de amarillo y azul, abajo.

En tal sentido, según Goethe, el círculo cromático se sintetiza en las tres siguientes proposiciones: el azul exige anaranjado, el amarillo exige violeta y el púrpura exige el verde. Y a diferencia de la rueda de colores newtoniana de los siete colores convencionales, el círculo de Goethe creado a partir del agrupamiento de colores por pares, representa una innovación crucial para la fecha, porque observamos por primera vez los términos de complementariedad de los colores además de que expresan en sí mismo por una parte, un sistema de armonía, porque por ejemplo, el azul armoniza con sus dos vecinos, el verde y el violeta y, por otra, contrasta o se complementa con su color opuesto, el naranja."

Fragmento de:
Mínguez García, Hortensia. (2011) Teoría del color. Material docente inédito de la Maestría en Estudios y Procesos Creativos en Arte y Diseño (MEPCAD), cap. IV, "Los sistemas métricos del color. Origen, historia y desarrollo", (pp. 105-106)


Círculo cromático de Goethe reproducido por Ivette Noemí Alvarado
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Círculo cromático de Michel Eugène Chevreul (1889)

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"Michel Eugéne Chevreul (1786-1889) es el autor de uno de los más célebres círculos cromáticos. El cuerpo de colores de Chevreul consiste en un cuarto de esfera en forma de abanico. Éste se compone por un total de 12 colores y cada uno de ellos registra seis gamas hacia el color vecino, dando un total de 72 colores.

Cada uno de éstos fue llevado gradualmente hacia el blanco y hacia el negro en otras veinte gamas; operación que da un total de 1.440 tonos. Y cada uno de estos matices se puede agrisar mediante una escala de diez grises, por lo que finalmente podemos hablar de un repertorio de 14.400 matices.

En la periferia están situados los colores puros que en dirección al centro van acercándose hacia el blanco mientras que hacia el polo superior, todos los colores tienden al negro. El radio que hace de eje está formado por una escala de grises que, contrariamente a la esfera de Runge, va desde el blanco en la parte inferior al negro en la parte superior."

Fragmento de:
Mínguez García, Hortensia. (2011) Teoría del color. Material docente inédito de la Maestría en Estudios y Procesos Creativos en Arte y Diseño (MEPCAD), cap. IV, "Los sistemas métricos del color. Origen, historia y desarrollo", (pp. 109-111)


Reproducción del círculo cromático de Michel E. Chevreul por:
Claudia Ivette Rodríguez Lucio y María de la Luz Sáenz Aguirre
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Cículo cromático de Johannes Itenn (1888-1967)

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Johannes Itten, (1888—1967)


"El pintor Johannes Itten fue profesor en la Escuela Bauhaus y, su obra más famosa es Kunst der Farbe (El Arte del Color) publicada en 1961. Este libro tuvo mucho éxito y fue traducido a múltiples lenguas por su amplio carácter pedagógico.

El Círculo del Color de Itten es un círculo cromático de doce colores. Itten colocó un triángulo equilátero con tres primarios inscritos en un hexágono con los respectivos secundarios en un círculo de doce partes en el cual todos los colores son equidistantes.

No obstante, el círculo cromático de Itten, tal y como demostró el teórico Harald Kuppers no está bien fundamentado. De hecho, Kuppers llevó a cabo la reproducción de este círculo descubriendo que evidentemente las mezclas llevadas a cabo por Itten son incorrectas. Vamos a analizar su círculo del color:

Los tres colores que Itten llama "Colores Elementales”: Amarillo, Rojo y Azul que forman en su círculo un triángulo no son Colores Elementales porque son colores obtenidos a partir de mezclas, por lo que ya estaríamos hablando de colores Secundarios.

  1. El Azul de Itten es una mezcla de los Colores Elementales Azul-cyan y Azul-violeta. 
  2. El Rojo es una mezcla de los Colores Elementales Rojo-naranja y Rojo-magenta. 
  3. El Amarillo de Itten es cercano al Color Elemental Amarillo, pero también éste es una mezcla del Color Elemental Amarillo con un poco del Color Elemental Rojo-naranja. 
Por otra parte, en cuanto a los colores secundarios, Harald Kuppers descubrió que los tres colores secundarios de Itten (Naranja, Verde y Violeta) que complementan su esquema del triángulo para formar un hexágono, no son mezclas reales en dos de los tres casos. Solo el color naranja puede estar mezclado con amarillo y el rojo de Itten hasta cierto punto. El resultado de la mezcla de su rojo y su azul sería la de un marrón-lila. Una mezcla con su azul y su amarillo produce un verde-oliva y no un verde esmeralda como se aprecia en su círculo cromático. De hecho, es absolutamente imposible mezclar un Negro con estos tres Colores Elementales de Itten. El resultado es un Gris-oscuro.

En dicho sentido, tal y como apunta Kuppers (1992), el Círculo del Color de Itten no es completo porque faltan algunos colores cromáticos puros. El color elemental rojo-magenta no existe. También los colores elementales cromáticos azul-violeta, azul-cyan y verde solamente tienen una aproximación burda a ellos. También los colores elementales amarillo y rojo-naranja no son exactos."

Bibliografía:
ITTEN, J., (1973) The art of color: the subjective experience and objective rationale of color. New York: Van Nostrand Reinhold Company. Trad: Ernst van Haagen.
KÜPPERS, H.: (1992) Fundamentos de la teoría de los colores. México: Gustavo Gili.



Fragmento de: 
Mínguez García, Hortensia. (2011) Teoría del color. Material docente inédito de la Maestría en Estudios y Procesos Creativos en Arte y Diseño (MEPCAD), cap. IV, "Los sistemas métricos del color. Origen, historia y desarrollo", (pp. 128-129)



Reproducción del círculo cromático por J. Itten por Sergio Raúl Recio Saucedo
En pequeño, mezcla real de los colores primarios


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viernes, 14 de mayo de 2010

¿Por qué el cielo es azul?

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La teoría del color es un campo de conocimiento transversal que se erige entre las lindes que separan, y a la par aúnan, la ciencia y el arte, la teoría y la práctica. Adquirir de manera sólida los principios fundamentales de esta área debe ser uno de los propósitos más trascendentales de cualquier centro de educación que trabaje con el lenguaje visual puesto que, asentándolos de manera adecuada en su plan curricular, conseguiremos proyectar a la sociedad profesionales capaces de discernir , con total autonomía y sentido crítico, el manejo del color y la luz como recursos plásticos, retóricos e inductores a transformar o modular psicológicamente un contexto dado a priori de manera idónea.


Sin lugar a dudas, lo sublime del color como medio de expresión radica en la perfecta interrelación existente entre su potencial para propagar una amplia gama de asociaciones sinestésicas, espirituales o culturales como dinamizador de la realidad, así como su facultad de procurar al objeto u espacio lo funcional, por coherencia al aura antropológica que a cada cosa otorgamos de manera intrínseca.

El color es, sin embargo, tan amplio en sus ramas y en su estudio, que muy al contrario de lo que pueda aparentar, es un campo difícil de enseñar por la diversidad de criterios y métodos pedagógicos con los que se puede abordar. Por ello, en la conferencia “Fundamentos básicos del color” que tuvimos el placer de dar en el Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte, (UACJ) el 12 y 14 de septiembre, nos propusimos aclarar, a través de una serie de cuestionamientos enlazados, aquellos conceptos más simples, y a la par complejos con los que nos podemos topar a lo largo de nuestra vida. Sirvan como referencia preguntas como: ¿Qué es el arco iris? ¿Por qué las cosas las vemos en color cuando todo aquello que nos rodea es incoloro? ¿Es el color rosa un color femenino? ¿Por qué el verde es el complementario del rojo? Y así, sucesivamente.

No obstante, teniendo en cuenta el espacio con el que contamos para relatar todas y cada una de las soluciones a las tan variopintas preguntas aquí formuladas, vamos a centrarnos en aquella que, por universal, consideramos más relevante. ¿Por qué el cielo es azul?

En primer término, para poder responder a esta interrogación debemos retroceder un poco y abordar de manera escueta la luz y otra serie de conceptos básicos.

Como sabrán, la luz es una forma de energía, concretamente, una gama de radiaciones electromagnéticas que se propaga de un punto a otro en forma de onda viajando en línea recta desde un haz luminoso como el sol a 300.000 Km/s aproximadamente. Pero no todas las ondas electromagnéticas que pululan por el universo son iguales. De hecho, existen diferentes tipos de ondas según su capacidad de condensar una mayor o menor suma de energía según la cantidad de partículas energizadas (fotones) que la compongan. Factor determinante ya que decretará la longitud de ésta y, en concordancia, su color.

Tomando como concepto primario la existencia de las diferentes longitudes que una onda puede tener, entenderemos, que no podemos asumir una única concepción de la luz, sino infinitas, aunque todas ellas las podamos englobar en el llamado Espectro, es decir, la ordenación sistemática de las radiaciones energéticas de acuerdo con su longitud de onda.

Algunas ondas por ejemplo, dibujan una curva más alta que un edificio ya que pueden llegar a oscilar hasta 1000Km. antes de volver a dibujar su movimiento descendente mientras que otras, aún a pesar de ser más diminutas que un átomo, no pueden traspasar la capa de ozono.

Axiomáticamente, gracias a ellas conseguimos lo insospechado: ver a través de la materia con los rayos X, transmitir mensajes acústicos con las ondas microondas con las que podemos hablar con otra persona por el celular o simplemente escuchar nuestra música preferida en la radio. El hombre, a través de la ciencia y la tecnología, ha sabido sacar partido a muchas de estas ondas electromagnéticas pero, teniendo en cuenta el tema que nos compete, vamos a centrarnos únicamente en aquella fracción de ondas que, clasificadas entre los rayos infrarrojos y los ultravioletas, sí son perceptibles para nuestro sistema ocular y el de muchos seres vivos del planeta.

De una manera muy simple, podemos afirmar que dentro del espectro visible cohabitan tres tipos de onda que oscilan entre 380 y 720 nm o milimicras, es decir, que la longitud de sus ondas son del tamaño de una millonésima de milímetro (1nm = 0’000001 mm). Así, la longitud de onda más larga del espectro visible de 720nm corresponderá al color rojo, las de longitud media que poseen un valor aproximado de 540 nm. son de color verde y, con una longitud de onda mucho menor con unos 380 nm. hablaremos de azul violáceo.

Pero, ¿cómo podemos corroborar la existencia de estos tres tipos de onda electromagnética? Pues a través de los efectos causados por los propios fenómenos que alteran la luz cuando entra en contacto con una masa o superficie.

Es importante que entiendan que cuando la luz intercede con una superficie, ésta se reflejará permitiéndonos ver todo aquello que nos rodea. En dicho sentido, el fenómeno de la reflexión se basa en el hecho de que los objetos -según su naturaleza- puedan devolver, es decir, reflejar, la luz que llega a ellos, pongamos como máximo exponente de este fenómeno, la reflexión de nuestra imagen en un espejo.

Sin embargo, no todos los objetos reflejan la luz de la misma forma. Algunos la reflejan más ordenadamente que otros según si su superficie es lisa o rugosa, cóncava o convexa y, otros no la reflejan sino que la refractan como en el caso del agua o el cristal u otra serie de superficies ligeramente semiopacas o translúcidas. Es decir, hasta ahora cuando la luz entraba en contacto con un elemento sólido, al reflejarse seguía manteniendo su ángulo de intercepción –aunque inverso, (véase fig.3)- así como su velocidad a 300.000 km/s pero, si la densidad de la materia con la que la luz se ve obstaculizada es menor, su ángulo de entrada será desviado a tal grado que, la luz blanca se dispersará de tal manera que acabará disgregándose según las diferentes longitudes de onda que la compongan.

Este fenómeno de la luz fue descubierto en 1665 por Isaac Newton cuando un día, a través de una pequeña rendija de una pared descubrió que si colocaba un prisma de cristal delante del haz de luz, ésta se descomponía formando el famoso efecto del arco iris que no es más que el conjunto conformado por la degradación de las tres ondas del espectro visible, donde a partir del rojo, el verde y el azul-violeta se anexan en su punto de intersección sus compuestos derivados con el naranja, el amarillo, el cyan y el violeta, en suma, los 7 colores del arco iris.

Y, ¿qué tiene que ver todo esto con la explicación de que el cielo sea azul? No podemos pasar por alto, que la dispersión de la luz es posible gracias a que cada una de las longitudes de onda se abren o distancian en mayor o menor medida respecto al eje principal que supuestamente debería describir el eje de la luz blanca. Y precisamente es la onda de menor longitud, es decir, la correspondiente al color azul-violáceo la que posee una mayor capacidad de refracción, llamándola, por decirlo de una manera más simple, como la más débil de las tres.

Y ahora es cuando realmente ya podemos contestar a la pregunta de porqué el cielo es azul. Recuerden que en la atmósfera se condensa una inmensa cantidad de humedad provinente de la evaporación de nuestros mares, ríos y demás que, de manera descomunal, genera una especie de prisma gigantesco que recubre todo el globo terráqueo.

Cuando la luz del sol entra en contacto con la atmósfera, algunas de las ondas se verán altamente desviadas como los rayos de longitud de onda corta (violeta y azul), y no solamente por el efecto de la refracción donde éstas empezarán a propagarse en forma de zig-zag dispersándose por todo el cielo en una especie de danza antes de llegar a los estratos más bajos de la tierra, sino también por la llamada difusión de Rayleigh. Sucede, que si las partículas o átomos existentes en la atmósfera, tienen un tamaño igual o inferior al de la longitud de onda de la luz, cuando ambas masas entren en contacto directo, una parte de la energía de la onda se reflejará mientras que la otra será cedida a la corteza de los átomos que, pasado un breve instante, ésta remitirá de nuevo a la atmósfera difundiéndola en cualquier otra dirección a la prevista inicialmente. De manera que, la suma de ambos fenómenos multiplicará infinitamente la propagación de las ondas cortas por su mayor capacidad de difusión que las otras dos ondas largas (rojas) o medias (verdes). De ahí que el cielo sea percibido, en condiciones atmosféricas normales, de color azul.

Por su parte, fijémonos ahora en la aplastante lógica con la que ya podemos explicar porqué el sol es amarillo. Piensen que en realidad debería verse de color blanco, ya que el blanco es la suma de todos los colores, pero mientras las ondas cortas empiezan a propagarse en lo alto de la atmósfera retenidas por una inmensa maraña de movimientos, las verdes y más concretamente las rojas, apenas serán alteradas o desviadas así que, proseguirán su camino cruzando en línea recta la atmósfera hasta llegar a nuestros ojos, donde la unión de ambas, se traducirá en la composición binaria del amarillo.

Sin lugar a dudas, podemos dar respuesta a muchos interrogantes a través del efecto de la refracción porque, ¿cómo podemos explicar que en algunos casos como en el atardecer o el amanecer el cielo sea de color rojo? Evidentemente, no todas las partículas existentes en la atmósfera remiten de nuevo la energía que una onda les cedió. Algunas, de hecho, hasta las absorben totalmente.

En el caso del atardecer, la posición de la tierra respecto al sol, amplía el recorrido de la luz solar, es decir, que las ondas tendrán que recorrer una distancia mucho mayor para cruzar toda la capa de la atmósfera dado que su acceso, a diferencia del mediodía, no es tan directo sino transversal a la masa terráquea. Y en consecuencia, las probabilidades de que las ondas choquen con partículas absorbentes será mayor que en condiciones normales dándose el caso de que, únicamente las más “fuertes”, largas e imperturbables llegarán sanas y salvas a nosotros, de ahí, el rojo del atardecer.

Y, ¿qué sucedería si desapareciera la atmósfera que actúa como el prisma gigantesco? Que la luz no podría refractarse y, en consecuencia, seguiría siendo invisible a nuestros ojos por lo que, el cielo se tornaría negro como una eterna noche estrellada tal y como sucede en el universo.

Hortensia Mïnguez García
Extracto del artículo publicado en la Revista Voces Universitarias, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México. 2007
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